Caín y Abel y el club del quinto cerdito.

Nuestra biología solo tiene dos lados. El lado izquierdo y el derecho. La lateralidad, en Biodescodificación, es un tema importante pues dependiendo del lado donde se somatice la patología, el conflicto implicará a unas u otras personas.

En el caso de los diestros, el lado izquierdo habla del vínculo entre padres e hijos y el derecho de nuestra relación con los colaterales. Para los zurdos es al revés.

Por tanto todo nuestro universo relacional se puede resumir en:

  • asuntos entre generaciones: con papá/mamá o con mis hijos (yo en el papel de padre/madre).
  • asuntos con colaterales.

¿Qué es un colateral? Me encanta esta palabra.

Un colateral es un contemporáneo, alguien que pertenece a la misma generación: un hermano, la pareja, un amigo; y cualquier conflicto que tengamos con ellos, lo manifestaremos en el lado derecho (los diestros).

Caín y Abel eran colaterales. Y en toda relación entre hermanos siempre hay un Caín y un Abel. Tal vez no lleguen a matarse, pero siempre existe un desequilibrio. ¿Por qué? Por el club del quinto cerdito.

El club del quinto del cerdito era un club secreto hasta que Marc Frechet lo descubrió. Y la verdad nos hizo un favor a todos nosotros. Marc Frechet era un psicólogo francés y le pidió a un granjero que numerase los cerditos según iban naciendo. El experimento que llevó a cabo consistía en seleccionar los cerditos que nacieron en quinto lugar y una vez adultos cruzarlos entre sí. Durante varias generaciones con este proceder pudo observar que la madre favorecía instintivamente al que ocupaba su mismo lugar, es decir, el que había nacido también en quinta posición. Hoy sabemos que el grado de hermandad, como se llama en Biodescodificación, es totalmente real. Y que no hace falta tener cinco hijos para comprobarlo, ya que los números a partir del 3, vuelven a iniciar otro ciclo, de tal manera que el quinto, sería de nuevo el segundo.

1 2 3

4 5 6

7 8 9

Un padre, cuyo número de hermandad es 1, favorecerá instintivamente a su primogénito, y si tiene más de 3, favorecerá también al cuarto. Los segundos y quintos tendrán la misma suerte con el parental que comparte su número de hermandad.

Visto desde la biología, es más fácil aceptar que uno de tus padres tenga preferencia por uno de tus hermanos, pues es un programa inconsciente. Ni siquiera ellos saben que pertenecen al mismo club, aunque tú seguramente te lo olieses al ver cómo se miraban y lo bien que se entendían. ¡No es que no te quiera! Es que su inconsciente le empuja a velar por su homólogo.

¿Qué pasa con Caín? Su historia siempre se cita cuando hablamos de envidia. Daros cuenta que nunca vamos a tener envidia intergeneracional. Si sentimos esa emoción, por primera vez, será siempre envidia de nuestros hermanos. Envidia porque ellos tienen algo que nosotros no tenemos. Y ese algo no es nada material, es el favor de un padre. Favor del que nosotros carecemos o creemos carecer.

Me vais a permitir que siga exculpando a los primeros miembros de la humanidad. En otro artículo ya absolvimos a Eva de su pecado. Y hoy toca sanar la herida de Caín. A mí me parece que ni Abel era tan bueno, ni Caín tan malo. Pero, ¿cómo se puede matar a un hermano? No hay nadie más que pueda sustraerte la atención de tus padres (las personas más importantes en la vida de un niño, completamente dependiente de ellos). No hay nadie más al que se pueda desear que desaparezca, sobretodo si su ofrenda es alabada y la tuya despreciada, como le pasó a Caín.

Permitamos esta emoción en nuestro cuerpo y seamos conscientes de ella, sin el filtro de la moralidad. Pensemos en nuestras hermanas y hermanos y seguro que podemos sentir esa incómoda sensación física, a la que hemos bautizado con el nombre de «envidia».

En realidad, todos pertenecemos a algún club. Tal vez nuestra madre tirase por nuestro hermano mayor, pero nosotros disfrutábamos de la cálida mirada de nuestro padre. Y esto igualmente, no pasaba desapercibido para nuestro hermano. Dar luz a estos violentos y perturbadores instantes, donde deseábamos la inexistencia de nuestros herman@s permite sanar ese sentimiento. Y si nosotros sanamos, todo el sistema sana. Generación tras generación, hasta llegar al Caín que todos llevamos dentro. Esta nueva consciencia libera a la Humanidad entera.

Desde aquí, desde Evaluziona, mi gratitud a Caín que nos mostró a tod@s lo que es la envidia y cómo no gestionarla:)

Eva Vergara Ucelay